El consumismo es considerado uno de los mayores males de siglo XXI. Si ahondamos en su etimología, nos encontraremos que esta palabra se compone de 2 vocablos: el primero proveniente del latín "consumere" (gastar, destruir) y el segundo proveniente del griego "ismos" que denota una acción a partir de su verbo proveniente, actualmente utilizada para describir tendencias innovadoras.
¿Pues bien, que entendemos por consumismo? En el sentido estricto de la palabra, es una cuasi patología cuya consecuencia es la constante búsqueda de acumulación, consumo y compra de bienes y servicios no esenciales, centrados en torno a “ganar prestigio” dentro de un determinado grupo social, lo cual se traduciría en: “compro para ser feliz”.
¿Cuáles son los factores que inducen a una persona a caer en este problema? Dentro de los más significativos podríamos mencionar factores culturales, afectivos, de necesidad, entre otros que son los causantes de ese afán desaforado por acumular riquezas. Analizándolo desde un punto de vista meramente objetivo, tales personas son víctimas de su obsesión, pues como su felicidad depende de los bienes que ellos han acumulado hasta determinado momento nunca están contentos con lo que tienen, motivándolos a cada vez tener mas y mas y forzándolos a vivir en constante infelicidad. Estos hombres esclavos del consumismo tienen rasgos en común con la escuela hedonista cirenaica, ya que su fuente de placer y felicidad es la posesión desordenada de bienes.
¿Como combatir este mal del nuevo milenio? Primero debemos fijarnos en el ser humano, forjar sus valores desde el hogar y que estos les permitan formarse y crecer como personas, recalcando que lo material es un medio mas no un fin en sí, y que lo que realmente nos brindara la felicidad y una plena satisfacción, ¡no se lo puede comprar!
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